Zombies, zombies, zombies | Natasha Marlow y LIBRE | 12 de Enero de 2013

Remuevo la bebida con la pajita negra, haciendo que los hielos choquen contra el cristal. Por un momento me preocupo por los zombies a causa del ruido, pero me doy cuenta de que yo no tengo mucho problema con ellos; al fin y al cabo puedo freírlos en un abrir y cerrar de ojos.

No me siento bien. Creo que me he convertido en un monstruo: ayer maté a Johnna Crowley sin miramientos, a sangre fría. Incluso me quedé observando desde la seguridad de aquel edificio como los zombies devoraban su carne desgarrada a causa del impacto. Una calada, dos, y la puta de Crowley ya no existe. Ni siquiera queda cuerpo que enterrar.

En el fondo sé que se lo merecía. Ella empezó, ella fue quien se metió en mi mente y me hizo enloquecer hasta que aquel mocoso se apiadó de mí. A veces los de la ISA podían llegar a ser los mayores cabrones del mundo, pero aquella caminante de sueños se había pasado de la raya. Una cosa era el daño físico y otra muy diferente lo que se había dedicado a hacer ella. Todavía lo recordaba. A veces lo revivía y me despertaba, gritando.

En el sueño, él estaba de espaldas a mí. Llevaba aquel traje oscuro y el pelo hacia atrás.

- ¿Me amas, Natasha?
- Sí.

No dudaba al contestar. Y entonces se giraba, y los ojos oscuros de Michael Fells me transpasaban. Caminaba, se ponía frente a mí, me cogía la cintura. Olía a lluvia y flores marchitas.

- ¿Me amas, Natasha? -repetía.

Y volvía a contestarle que sí. Era entonces cuando agachaba la cabeza y, frente contra frente, suspiraba.

- No, Tasha. No. Tú no me amas. Tú me mataste.

Se separó, y su pecho se tiñó de rojo. Michael Fells moría por segunda vez.

Era entonces cuando mis propios gritos me despertaban.

He intentado arreglarlo, pero no puedo. Creía que si Crowley moría todo aquello iba a terminar, pero ahora tengo miedo de cerrar los ojos y que la imagen de Mike vuelva a aparecer.

Me llevo la pajita a la boca y apuro lo que queda de la bebida. Tengo un trabajo pendiente que no pienso dejar pasar: Echo va a darme la información que necesito, y si para ello tengo que matar a todos los que quedan de la ISA, lo haré. No quiero tener que esconderme en sótanos de Nueva York de por vida para encontrarlo, porque tengo entendido que los Malkavian andan cerca y no quiero encontrarme con ellos ni de coña. No he necesitado saber nada de Phoebe durante tres años y no van a cambiar las cosas ahora.

Salto de la silla, me pongo la chaqueta y me meto el móvil en el bolsillo. Todavía guardo en mensajes enviados aquel que le mandé a Chris Anders tras irme de la Raine. Whish you were here, pone. Pero eso ya no va a pasar nunca más.

Al subir las escaleras que me llevan hasta la planta baja de un edificio residencial me doy cuenta de que ya ha amanecido. Está nublado y parece hacer frío, aunque yo no lo noto mucho. Mi temperatura corporal siempre ha sido más alta que la de la media; ya es habitual verme en manga corta en pleno invierno.

No llevo armas, pero sé que no las necesito, no con Echo. De nada sirven cuando te dejan a oscuras. Ese cabrón sabía hacer más trucos con su poder que yo con el mío, pero al final tan solo tenía que chamuscarlo todo. Acabaría rápido y sería todo precioso.

Cuando llego al exterior me pongo en medio de lo que antes había sido una avenida transitada. Escucho el gemido de algunos zombies, y sé que pronto los veré asomar por la esquina. Me han olido hace tiempo.

Me lo voy a pasar de puta madre.

Caminaba por la calle como cualquier mañana que no tuviera ningún objetivo claro a obedecer. Estaba nublado, cosa que me encantaba. Las nubes precedían a la lluvia, algo que me hacía casi orgasmizar de placer. Tras cambiar la estructura de mi casa y convertir mi pequeño apartamento en un adosado de aspecto un tanto gótico había decidido relajarme paseando.

Éste era un hábito muy normal en mí. Paseaba por las calles o volaba por ellas, dependiendo me diera el aire. Aquel día quería pasear, y sentir el suelo bajo mis pies. La destrucción de mi alrededor era otra cosa que me gustaba. Me daban sensación de libertad, un hierro torcido, una viga partida, ya no tenían que sostener ningún peso, eran libres.

Crucé la esquina de una calle y llegué a una callejuela posterior que daba paso a una avenida. Cual fue mi sorpresa al ver que estaba atestada de zombies.

Esto de pasear es más divertido de lo que jamás pensé...

- ¡Ey! ¡Bichos sin cerebro con el cuerpo mohoso y la cara desencajada!- Grité.

Ellos me ignoraron.

- A tomar por culo.- Farfullé.

Miré a mi alrededor y vi un coche medio destruido. Utilicé mi poder y lo eleve en el aire unos centímetros, lentamente, para seguidamente utilizar todo mi potencial y lanzarselo directamente a los zombies. Creando un pasillo entre aquella masa de muertos andantes. En ese momento se dieron la vuelta.

- Joder, gracias. Ya era hora de que me hicierais caso. Sí, existo.- Sonreí.- Y vosotros dentro de poco no...

Spoiler:

Iba a encenderme un cigarro, pero escucho una voz femenina desde la otra puta calle. ¿Qué coño? ¿Quién anda por aquí a esta puta hora? Últimamente hay suicidas por todo, porque si quiere que los zombies se la coman viva lo ha conseguido. Claro que después está el sonido de algo elevándose, y llego a girar la esquina a tiempo para ver como un coche volador aplasta a unos cuantos zombies y arrastra a muchos más.

- Joder -murmuro. No esperaba encontrarme a otra persona con poderes por esta zona. Normalmente casi todos se escondían y, sino, se unían a algún clan donde alguien con un poder mayor podría protegerlos. Era la ley de supervivencia.

Veo como desde la otra calle llegan más zombies. Es la puta llamada de la especie. Se arrastran, producen un sonido que caga un montón y encima a algunos les faltan extremidades. Un puto asco.

Espero a que se acerquen un poco más a la rubia y, después, actúo. Con un simple movimiento de mano las llamas les alcanzan y los chamuscan, aunque algunos siguen caminando. Malditos bastardos.

Continúe caminando en mi travesía entre zombies. Estaba mirando sus movimientos y sus reacciones, mientras me divertía haciendo que los que se acercaran a mí se tropezaran con un fino hilo de hierro sólido, haciendo que en la caída se partieran un hueso.
- Pringado!! Te has abierto el cráneo.- Reí señalando a uno.

Justo en ese momento un montón de zombies a mi alrededor empezaron a arder. Me quedé perpleja.
¿Han ardido solos? No, los zombies no arden- Me recordé.

Miré alrededor, a no mucha distancia se encontraba una chica morena, causa del fuego.
- Interesante.- Dije andando hacia ella con la clase que me caracterizaba.
Entonces los zombies me rodearon, suspiré exasperada e hice que una farola barriera los que había ante mí. Caminé hasta estar cerca de la chica en cuestión.
- Encantada de conocerte, pirómana. - Le guiñé un ojo.- Me llamo Neriah.

Trago saliva cuando me llama pirómana. Una imagen lejana de Phoebe Jenkins llamándome de esa forma pasa por mi mente a toda velocidad y rebota como una pelota de tennis en mi mente. Frunzo el ceño.

Al parecer se llama Neriah y le gusta matar zombies. Genial. Me toca los cojones que esté por aquí, porque eso significa que puede haber más mutantes por la zona y, sinceramente, no me conviene. Pueden haber encontrado el cadáver de Crowley por los alrededores, y últimamente a los jodidos bichos raros les ha dado por protegerse entre si, cosa que no hacíamos antes.

- ¿Qué coño haces por aquí? -es lo primero que pregunto. Tengo que asegurarme de que ningún clan anda por los alrededores, y menos uno como el Malkavian. Sino estaría bien jodida.

Cuando me preguntó eso no pude evitar sonreír con cierto misterio.
Un zombie explotó no muy lejos al utilizar el metal de su sangre y tejidos para implosionarlo.
- Pues digamos que me aburría en casa y me vine a dar un paseo.- Dije sinceramente.
Hice que una viga de un edificio derrumbado se partiera en fragmentos con forma de filo y cayera sobre los cráneos de un grupo de zombies.
- ¿Por que lo preguntas? ¿Te causo algún problema?- Le pregunté mirándole fijamente a los ojos.

Cuando un zombie explota me doy cuenta de que no es telekinética, y eso en parte me alivia y, por otra parte, despierta mi curiosidad. Me fijo y me doy cuenta de que quizás pueda controlar el metal, aunque a saber. Con todo esto de las mutaciones hechas por la Riverside nunca sabes con lo que te puedes encontrar.

- Depende.

Saco un cigarro del bolsillo del pantalón. No parece pertenecer a ningún clan, o quizás sea una espía. A pesar de ello voy tranquila: la amenaza zombie es mayor que la nuestra propia. Con todo el ruido que ha hecho la rubia los putos zombies han advertido la presencia de comida -joder, era el puto desayuno de cien no muertos- y se acercan en manada. Mierda.

- ¿Eres una Malkavian? -pregunto, poniéndome el cigarro entre los labios y encendiéndolo con un simple chasquido de dedos.

Le doy una calada y echo el humo sin mover el pitillo de donde está. Tengo cosas más importantes que hacer, como por ejemplo chamuscar gilipollas que gimen. A veces les quemo el cerebro, a veces no. Al menos los mantengo entretenidos. Eso sí, hay que tener cuidado con las extremidades sueltas.

Ante su pregunta no pude evitar sonreir.
- Malkavian...- Dije pensativa.- No, creo que no.- Reí.

Los zombies se acercaban cada vez más y más a nosotras. En otras cirustancias quizás me habría asustado, pero teniendo en cuenta mis capacidades...
Que vengan mil zombies si tienen cojones, que van a ver donde terminan. Pensé.

- Ah, y si vas a preguntar si pertenezco a la Riverside o a cualquier otro clan que se te pueda pasar por la cabeza, la respuesta sigue siendo negativa.- Suelto un pequeño gemido placentero cuando desenfundo una de mis pistolas de la cadera y le exploto la cabeza a un zombie.- Podría decirse que soy un ángel libre...

Sonreí y, seguidamente hice que mi pistola levitara en el aire. Modifiqué su forma y la convertí en unas 50 balas de calibre medio. Las coloqué a la altura de la cabeza de uno los grupos de zombies que se acercaban y las lancé. El 87% de grupo calló al suelo, callando sus súplicas de cerebros pensantes vivos.
- Blanco.- Le guiñé un ojo a la chica-fuego sin nombre.



P.D: Sorry, no me había dado cuenta de que a pesar de pasar de día podiamos continuarlo... Que malo es quedarse sin neuronas T_T

Medio sonrío, por hacer algo, y le doy otra calada al cigarro. Supongo que podemos ser "amigas". Al menos no tengo que preocuparme por si va a matarme cuando esté ocupándome de los putos zombies.

- Flipa -digo para mí misma cuando convierte su pistola en un montón de balas que acaban en las cabezas de los zombies-. Eh, me gusta tu poder -asiento con la cabeza, llevándome el cigarrillo a la boca.

Un montón de zombies se acercan por la otra calle. Tiro el cigarro muy a mi pesar, lo piso y me coloco tras la rubia. Espalda contra espalda, así nos controlamos mejor. Me pongo en posición, ensancho mi sonrisa y...

- ¡WOHOOO! -grito cuando una llamarada sale disparada de mis manos e incinera a los muertos vivientes.

- No es tanto el poder como el saber usarlo.- No pude evitar sonreir tras su comentario.
Me gustaba el carácter de ella, como se expresaba, como se había cerrado al principio y como, tras descubrir que yo no era una amenaza, se había "abierto".

Cuando se colocó apoyada en mi espalda me extraño, sin embargo no me molestó, de esa manera cubriríamos más terreno. Una nueva carcajada surcó mi rostro tras su expresivo grito.

- Es hora de que empiece la verdadera fiesta Natasha. ¿Alguna vez has visto un edificio desplomarse estando tu debajo?

Le sonreí con malicia y empecé lo que yo llamaba "sandwich infernal de zombies".
Con metal de alrededor cree una sólida placa de hierro de unos cinco metros de alto y de largo y dos de ancho que coloqué sobre natasha y mi persona.
- No te asustes, no se caerá.

Seguidamente me concentré en los edificios destruidos laterales, los cuales tenían vigas de hierro que casi podía oler de su estado de oxidación.