De paso || 19 de Enero de 2013 || Libre

Me quedé tirado a medio camino, en mitad de la carretera, mi cuatro por cuatro dijo que ya no rodaba ni una sola milla más. Miré el panel de mandos por ver si es que me había quedado sin gasolina, pero el depósito estaba lleno, además había repostado hacía bien poco en una gasolinera abandonada y en la que tuve que cargarme a varios de esos infecciosos que por allí rondaban.

Al bajarme del vehículo comprobé todos los flancos, no me gustaban las sorpresas, menos ese tipo de sorpresas en las que te puedes ver convertido en una sabrosa T-bone. Abrí la tapa del motor por ver qué le ocurría al auto, todo parecía correcto, pero el maldito había decidido por cuenta propia que no arrancaba, ni aunque lo maldijese en ruso.

«En fin, el resto a patita…» —pensé desganado.

Me acerqué a la parte trasera, saqué mi macuto y un par de armas automáticas que me colgué al hombro, más un par de revólveres que coloqué a mi espalda entre la cinturilla de los tejanos que llevaba puestos. Me ajusté la chupa que crujía con cada movimiento que hacía y me eché andar por la carretera, desoladoramente vacía y echa papilla. Tenía tantos socavones que pareciera que alguien se hubiera entretenido soltando dinamita sobre el asfalto.

Observaba todo cuanto me rodeaba, estaba a un par de kilómetros de lo que había sido el centro de Nueva York, ahora, los edificios en ruinas, las calles vacías y ese silencio ensordecedor que lo llenaba todo.

Caminaba con cautela, en alerta máxima por lo que pudiera aparecer de improvisto. Tenía hambre y no tenía ya víveres en el macuto, la última lata de habas me la había comido el día anterior.

Me encendí un cigarro para engañar a mi estómago, o matar el gusanillo de la hambruna. Disponiéndome a hallar algún sitio donde encontrar agua y comida. No tenía más pretensiones que esas en esos momentos, hasta que un grito ahogado me hizo reaccionar.

La tensión se disparó y la adrenalina subió como la espuma de un descorche. Mis músculos se endurecieron, para luego echar a correr en dirección del grito. Al doblar la esquina me encontré con una mujer de mediana edad huyendo de un par de niños, bueno, exactamente, aquellas dos criaturitas ya no eran niños, estaban infectados.

Ni lo dude, ni un segundo siquiera, desenfundé de la cinturilla de mi pantalón una de las pistolas, y, la encañoné directamente al cerebro de uno de aquellos monstruitos. La detonación retumbó contra las paredes de los edificios adyacentes y en ruinas, la mujer, estaba desquiciada y se me echó al cuello pidiéndome a gritos que la ayudase.

Otra detonación y el cuerpo del otro niño, caía a plomo sobre la acera unos metros más adelante que su compañero que ya había corrido la misma suerte.

—¡Gracias, gracias, gracias!... —Chillaba la mujer fuera de sí.

Me limité a esbozar una sonrisa ladeada, enarcando una ceja y adoptando una postura canallesca.

—A mandar… —le dije poniendo la mano en su cintura para apartarla de mi cuerpo, se había aferrado a mi cuello como una lapa.

Al retirarse lo suficiente, pude ver la terrible herida que lucía en su hombro, la tela de su vestido estaba desgarrada y le colgaba hacia delante dejando entrever la piel lacerada.

—¿Te han mordido? —le pregunté curioso.

—Sí… —musitó entre congojas.

Ni me lo pensé. Encañoné el arma contra su cabeza y disparé.

Uno de los miembros de nuestra organización, un joven llamado Jacob Stuart, poseía un extraño poder que le permitía localizar a otras personas como nosotros, gente que posee ciertas habilidades que le convierten en especial.

Por ese motivo me encontraba al otro lado del muro, había detectado a alguien nuevo, un recién llegado y posible aliado para nosotros.

No fue un ejercicio difícil presentarme en el lugar donde el susodicho se encontraba, mi poder me permitía moverme por el tiempo a placer.

- Los tacones no son una buena indumentaria para este tipo de misiones –susurre justo cuando aparecí sobre un charco de algo que parecía sangre, me aparte dando saltitos.

El estallido de un arma de fuego me hizo girarme de forma violenta hacia el sonido, un hombre acaba de disparar a bocajarro a una mujer, por un instante no supe como reaccionar, y la situación se me complicaba, cual de los dos era el dotado de habilidades, ¿asesino? ¿Asesinada? ¿Mi vida corría peligro?, lo más probable era que no, gracias a mis poderes, pero no podía evitar sentirme intranquila.

- ¿Por qué le has disparado? – dije de forma entrecortada, no sabia si eso era buena idea, el hacerme notar, seguramente se sorprendería de mi presencia, el don de la sorpresa y la inoportunidad también eran parte de esa modificación genética que había sufrido de niña.

Esboce una leve sonrisa, sabia perfectamente que mi rostro no resultaba amenazante para nadie, pero lo que acababa de verle hacer al hombre que tenia delante no me hacia tenerlas todas conmigo, podía ser una chica muy mona con cara de niña buena pero la mujer que yacía en el suelo no tenia pinta de peligrosa.

Spoiler:

Quedaba el recuerdo de sus ojos mirándome despavoridos, ese segundo antes de que la bala atravesase su cráneo, ese segundo que ella supo que iba a morir.

—Lo siento muñeca —le dije al cadáver de la reciente fallecida—. O eras tú o yo.

No sé en qué momento de la carrera, antes de que descubriese a los tres infectados y me los cargase, había tirado mi cigarro. Exhalé un resuello profundo y enfundé de nuevo mi pistola en la cintura de mi pantalón para poder tener las manos libres. Saqué un nuevo pitillo y un mechero del bolsillo de la chupa, le prendí fuego aspirando una calada profusa.

Al exhalar el humo la vi. Repasé su silueta de arriba abajo y viceversa, observando los detalles, buscando señales en su anatomía que me indicasen que aquella joven no estaba infectada, parecía sana. Aún así, no me fiaba.

Cuando me preguntó por qué le había disparado, mi ceja izquierda se enarcó considerablemente y una mueca burlona se dibujó suavemente en mis labios.

—Estaba infectada —respondí llevándome el pitillo a los labios y dar una nueva calada, acto seguido exhalé el humo—. ¿Quién eres muñeca? —pregunté con el cigarro entre mis labios.

Spoiler:

Me reí un poco de mi misma, la gente “normal” mataba a los infectados, para mi eso era otro mundo aparte, nunca llevaba armas encima ni me preocupaba del ataque de esas cosas, simplemente me limitaba a detenerles en el tiempo cuando me estorbaban.

La distancia que me separaba del extraño me parecía apta para anticiparme a sus movimientos. Todo apuntaba a que me estaba equivocando de persona, en ningún caso su aspecto era el de un típico hombre poderes, mas bien parecía un ex soldado, marine o algo por el estilo que se dedicaba a sobrevivir.

- Me llamo Analyn McCord y creo que acabo de perder a una persona con potencial… -mire a la fallecida. -

Levante la vista y examine nuevamente al desconocido, aun que no tuviera ningún poder al menos tendría que darle información, puesto que no parecía tener ni idea del muro y sus “beneficios”.

- ¿Qué te trae por aquí? –pregunte sin dejar de guardar distancias.

Sabía de primera mano que las apariencias siempre engañan, a simple vista parecía una joven como otra cualquiera de su edad, a simple vista, claro, porque por sus palabras, deduje todo lo contrario.

Parecía interesada en potenciales, ¿de qué tipo? ¿Qué buscaba? ¿Pudiera detectar, de algún modo, eso que a mí me ocurría cuando mutaba mi metabolismo?

«Todo puede ser en este decadente mundo…» —Pensé dándole una calada al cigarro que lo consumió hasta la mitad.

Las volutas de humo que emanaba de mi boca, se fueron disipando en el ambiente.

—¿Potencial una infectada? —pregunté sarcástico esbozando una sonrisa canalla, acababa de sujetar el cigarrillo con los dedos de una mano.
Impávido mientras me examinaba, yo había hecho lo propio, así que lo creí justo y oportuno por su parte.

Di una nueva calada al pitillo antes de responder, después lo dejé caer bajo la suela de mi bota que lo espachurró, al tiempo que exhalaba el humo.

—Me traen los pies muñeca —le respondí pretencioso—. ¿Y a ti?...

Si tenia razón, si hubiera poseído algún tipo de poder como el que detecto Jacob, nunca se habría dejado morder así como así, tenia que ser el, estaba segura de ello.

Sonreí de lado ante su comentario de graciosillo y le mire – Ami no los pies precisamente – use mis poderes para aparecer justo detrás de el.

Espere una reacción por su parte, algo más que darle caladas a un cigarrillo e intentar parecer todo un hombrecito delante de mujeres indefensas.

- Yo si que tengo potencial no te parece –sonreí mirándole con suficiencia y me acerque un poco mas, aunque siempre alerta, no podía fiarme de nadie, pero en el fondo sentía que ese desconocido no iba a resultar peligroso para mi.

No era la primera, ni sería la última vez, que veía algo semejante, no exactamente lo mismo pero si algo parecido a lo que aquella joven hizo, de pronto estaba ante mis hocicos, como del mismo modo apareció a mis espaldas.

Me giré sobre mis talones para poder tenerla localizada en mi campo de visión.

—Por supuesto muñeca, nadie lo dudaría —le respondí burlesco esbozando una sonrisa no menos satírica.

Al acercarse un poco más hacia mí, hice lo propio, me adelanté un paso e inclinándome hacia la joven sin tocarla ni invadir su espacio y le dije a la altura de su oído: —¿Escondes alguna otra sorpresa más por ahí?... —guardé silencio durante un breve intervalo de tiempo y emití con malicia un suave gruñido que reverberó en mi garganta, al mismo tiempo que captaba su rastro por estar tan próximos.

Al adoptar una postura recta, miré sus ojos para ver en ellos sus propias reacciones.

La cercanía con el me hizo poner un tanto tensa, y su pregunta logro sonrojarme por un breve instante, pero enseguida recupere la compostura y sonreí levemente.

- Creo que te toca a ti darme la sorpresa.. – ahora si tenia seguro que el era la persona que andaba buscando.

Su reacción ante la revelación de mi poder no le había sorprendido lo mas mínimo, actitud que me indicaba que estaba familiarizado con ese tipo de cosas.

Me arme de valor y me acerque mas a el – Enséñame que puedes hacer… -sonreí de manera picara, coloque una mano sobre su hombro y fui girando despacio hasta colocarme detrás. – Si no era ella la del potencial lo eres tu.. –le dije en su oído y me aparte levemente.

- Si me lo enseñas prometo ayudarte, es mas te enseñare a vivir en Nueva York –sonreí y espere algún tipo de reacción manteniendo la cercanía.

Me sentía como un animal en un enfrentamiento, si perdía la distancia o la compostura mi combatiente me ganaría la partida .

No tenía nada que demostrar, no dejaba de ser una extraña que acababa de conocer, ni siquiera podía decir que éramos conocidos, no me fiaba en absoluto de las apariencias y bajo ese candor angelical que irradiaba la joven, podía esconderse un monstruo. No sabía cuáles eran sus verdaderas intenciones, a pesar de que no la percibía como un peligro potencial para mí.

No comenté nada a sus provocativas palabras, ni siquiera cuando me tocó el hombro y fue girando sobre mi cuerpo hasta situarse a mi espalda, la tenía tan cerca que podía oler su natural rastro intensificado, la verdad sea dicha que, olía muy bien.

—Tendrías pesadillas después muñeca —le dije ladeando mi rostro hacia el suyo, mirándola fijamente desde esa perspectiva.

Esbocé una sonrisa canalla al ver la suya dibujándose en su boca, me medio giré, tocando con mi hombro y brazo su torso, incliné mi rostro hacia su oído y el gruñido que emitió mi garganta en esos instantes, ganó en intensidad al anterior bramido.

—Es lo único que puedo enseñarte por ahora de mi potencial… —murmuré ladino apartándome después lo suficiente como para darle un repaso visual de arriba abajo—. No estoy seguro de si podrías soportarlo…

Suspire y sonreí al ver que me seguía el juego, no significaba una victoria, pero si que tendríamos una charla interesante.
El sonido que salio de su garganta, me recordó a algún tipo de animal marcando su territorio y solté una leve risita.

- No soy de las que se asustan con facilidad, puedo asegurártelo – me gire poco a poco para volver a tenerle de frente – Contigo no podría tener pesadillas – era hora de tirar la artillería pesada, no sabia como atraer su atención y tome la vía rápida, la atracción física, en ese campo tenia armas y sabia usarlas.

Espere respuesta, sin borrar de mi cara una sonrisa juguetona y deseando que no hubiera dado con uno de esos hombres de voluntad inquebrantable, pero algo me decía que no, su instinto animal parecía estar bastante desarrollado.

Sonreí con una mueca torcida al escuchar su leve risita, pensé que quizá le había causado cosquillas por estar tan cercanos el uno del otro.

Seguí con la mirada cada movimiento que hizo hasta situarse frente a mis ojos, fijándome en los detalles de sus facciones, luego así en el conjunto general de su cara. Me eché a reír, fue inevitable que no lo hiciera cuando me dijo que no podría tener pesadillas conmigo, no estaba muy convencido de eso mismo, pese a empezar a pensar que estaba buscando algo de mí. De ese potencial… y que la joven estaba acostumbrada en cierta forma, a la logística.

Fui directo al grano.

—¿Para qué organización trabajas? Si estás buscando reclutas, no es la mejor forma —le sermoneé suspicaz, mirándola de la misma manera—. Algunos podrían llegar a malinterpretar tus intenciones muñeca —una de mis cejas se enarcó y sonreí con malicia.

Me quede completamente descolocada con su ultima pregunta, ¿Era tan fácil de calar?, o simplemente este tío venia de vuelta y media.
Necesite unos minutos para analizar mi siguiente paso, no sabia por donde salir, hasta el momento todas las personas que había intentado reclutar no eran mas que desprotegidos o mercenarios a los que das lo que quieren y colaboran.

- Bien supongo entonces que no eres un novato en esto.. –le mire y me di la vuelta empezando a andar- Si no tengo nada que hacer aquí me voy, un placer y que tengas suerte con los infectados.. –dije sin darme la vuelta mientras seguía andando, dispuesta a marcharme, pero realmente jugando mi ultima carta.

Antes de vender la piel del oso, uno ha de saber a qué se enfrenta, cuáles son las posibilidades y qué propósitos están en juego. Ya había descubierto sin necesidad de más, saber todo cuanto tenía que saber. Aún me faltaba conocer en qué consistía, aunque podía imaginarlo.

Di un par de zancadas acercándome a la joven, colocándome a su vera siguiendo el ritmo de sus pasos, al tiempo que aproveché para colocarme bien el macuto que cargaba a mi espalda como las armas.

—Vamos muñeca, no te lo tomes así —le dije amigable, estaba claro que le había ofendido, pese a que no eran esas mis intenciones, ni mucho menos—. Es lógico que quiera saber de antemano cuál es la oferta, aún no he rechazado nada y aún no sé de qué se trata, seamos claros…

Sonreí pare en seco y me gire para mirarle, por fin cedía el – Si quieres que te hable de la organización necesito ver si realmente tienes algún poder – suspire- Puede que te estés tirando un farol y te de mas información de la que necesita un simple humano normal.

Me aparte unos centímetros de el – Que haces? Prendes fuego a las cosas? Vuelas? Lees la mente? – volví a dar vueltas alrededor suyo- Sorpréndeme…

No estaba muy segura de lo que podía encontrarme con ese hombre, pero seguramente vería algo interesante.

Entendía su postura, que quisiera saber qué tipo de potencial tenía, por lo visto se trataba de algún tipo de organización que reclutaba a hombres y mujeres con poderes sobrehumanos y extraordinarios.

No me gusta exponerme, pero en esta ocasión, obvié mis propias normas, porque en el fondo de mi mismo me estaba interesando el asunto, al fin y al cabo, me he dedicado toda mi vida a servir a mi país… No sabía hacer otra cosa.

Detenidos sobre la acera el uno frente al otro, en medio de los edificios derruidos, la cogí de la mano y tiré de la joven, antes de que pensase cualquier cosa extraña o se alarmase por mi impulsivo ademán le aclaré mis intenciones.

—Vamos ahí dentro —le dije señalando con la otra mano lo que quedaba de una tienda de ultramarinos—. Y te lo mostraré…

Me deje llevar pero realmente no entendía por que había de esconderse, en esta época ya nadie oculta tener habilidades, esta en boca de todos, que algunos podemos sobrevivir con mas facilidad que otros, pero a la vez somos los mas desgraciados.

Cuando llegamos al viejo local derruido le mire seria – No entiendo tanto secretismo, así que por favor demuéstrame por que te escondes – sonreí y di un pequeño saltito para sentarme sobre lo que antaño habría sido el mostrador de la tienda.

Le observe con curiosidad, un extraño cosquilleo me recorría el cuerpo, deseaba saber que era capaz de hacer mi misterioso acompañante.

No le respondí, iba a enterarse en unos instantes el por qué de mi reticencia.

Con parsimonia me despojé de mis armas y mi macuto, lo fui dejando todo sobre otro mostrador que había a unos dos metros de distancia. A continuación proseguí con mi chupa, la camiseta ajustada, los pantalones, la ropa interior, los calcetines y las botas.

No estaba completamente de espaldas a la joven, sino de medio lado, sin ningún pudor.

—No te muevas de ahí y tampoco hagas ningún movimiento brusco —le advertí con seriedad.

Vale que pudiera controlarlo a la perfección, pero había una fase de la transformación que el dominio no era al ciento por ciento, toda precaución, era necesaria.

Analyn: Observe sus movimientos perpleja – Oye no era necesario que te desnudaras –le mire algo sonrojada, pero miré.- Sea lo que sea lo que vas a enseñarme espero que no implique que yo también tenga que quitarme la ropa –bromee, pero me quede quieta cuando me lo pidió.
Lucas: Sonreí canallesco al escuchar sus palabras bromistas, negué ligeramente con la cabeza y no respondí. Mi mente se preparaba para el gran cambio que iba a sufrir todo mi metabolismo. Inspiré con profundidad, retuve el aire en los pulmones y todo comenzó a cambiar dentro y fuera de mí. En medio de ruidos provenientes de todo mi cuerpo, me había acuclillado por inercia y mi espalda permanecía totalmente encorvada, como si pudiera replegarme sobre mí mismo. Comenzaba a crecer el pelo por todo mi cuerpo, el corazón latía disparado dentro de pecho, abrasaba dentro de mí, también taladraba mi cerebro durante una fracción de segundo. La metamorfosis más agresiva se sucedió en ese instante cumbre donde mi mente se fraccionaba para aunar la psique animal, una simbiosis perfecta entre hombre y lobo. Un gruñido final que retumbó contra las paredes de la estancia prácticamente vacía y en ruinas, emitió ya mi garganta lobuna. El lobo se agazapó sobre sus patas y se quedó mirando fijamente a la joven con sus ambarinos ojos.
Analyn: Lo que estaba sucediendo era de lo mas impresionante que había visto en mi vida, no pude evitar subirme encima del viejo mostrador, cuando aquella gigantesca y sorprendente criatura le clavo los ojos – Puedes escucharme y entenderme? –dijo nerviosa, por si tenia que detener el tiempo o salir despavorida.
Lucas: Comprendía sus palabras, salvo que en ese estado su forma de comunicación era absolutamente diferente. El lobo emitió un ladrido a modo de respuesta, movió suavemente la cola y se izó sobre sus patas acercándose con tranquilidad al mostrador, siempre con la mirada fija en la joven.
Analyn: Le mire acercarse y no pude evitar retroceder sobre el mostrador, el animal de dorados ojos y pelaje gris me acongojaba – Puedo acercarme no me harás nada? –le mire cociéndome las piernas, como una chica que se encuentra un ratón en el suelo de la cocina.
Lucas: Emitió un nuevo ladrido, podía oler su miedo y eso le erizó al animal el pelo del espinazo, su actitud era relajada pese a este hecho, su cola se mecía suavemente de un lado al otro y su expresión era la de un lobo que acecha curioso.
Analyn: Suspire profundamente y de un pequeño salto me bajo del mostrador y me acerco a el, me consideraba una mujer alta, pero este animal parecía mas grande que un caballo. – Voy a tocarte…. –dijo a modo de aviso y estiro la mano acariciando el pelaje del cuello, tenia un tacto suave pero a al vez resistente y fuerte como nada que hubiera tocado antes.
Lucas: El lobo se dejó hacer sumiso, sin oponer ningún tipo de resistencia. Al contrario, se dejó acariciar gustoso, su cola se movía ahora con más brío, en señal de la comodidad que estaba experimentando al notar los dedos deslizarse entre su denso pelo.
Analyn: Sonreí divertida al ver que se comportaba igual que un perro gigante y subí mis caricias hasta una de sus orejas frotándoselas levemente – Eres precioso… -dije fascinada antes semejante animal.
Lucas: El lobo gustoso movió suavemente la cabeza hacia su mano al sentir las caricias en las orejas, la que estaba tocando se inclinó levemente hacia atrás, la otra estaba en punta, atenta al menor ruido, como su olfato, captando la multitud de matices que flotaban en el ambiente, incluido el rastro que había percibido con anterioridad de la joven.
Analyn: Multitud de ideas pasaban por mi cabeza pensando en tener un perro así, me imagine jugando con el a la pelota o subiéndome en su lomo, pero después me acorde de que se trataba de un hombre. Acaricié su hocico – Bueno ahora podemos hablar si quieres… -sonreí volviendo a tocarle, me gustaba el tacto de su pelo.
Lucas: Abrió un poco su boca y la lengua asomaba por entre sus fauces mientras la joven le acariciaba. Cuando tocó su hocico le dio unos toquecitos suaves con su húmeda nariz sobre la palma de la mano, luego que comenzase a moverse para alejarse de ella. Tardó unos minutos en revertir el proceso. Lucas se incorporó quedándose de pie frente a la joven durante unos segundos, su piel se estremeció, estaba completamente cubierta por un fino velo de sudor, brillaba. Se acercó entonces al mostrador donde había dejado su ropa y comenzó a vestirse. —Soy todo oídos muñeca —le dijo carraspeando, su voz había sonado profundamente ronca.
Analyn: Volvió a mirar el cuerpo desnudo del hombre y sonrío de lado – Bien, trabajo para una organización que quiere parar a los culpables de que estemos así, y quieren ofrecerte trabajo… -me senté nuevamente sobre el mostrador esperando su respuesta.
Lucas: Estaba abrochándome la bragueta cuando alcé el rostro para mirar sus ojos, escuchando con atención sus palabras. —¿Qué puesto desempeñas? —pregunté con curiosidad. Me apoyé en el mostrador y me dispuse a ponerme los calcetines, luego las botas. Después, sacaría un pitillo del bolsillo de mi chupa, ansiaba fumarme un cigarrillo.
Analyn: Una simple empleada como serás tu.. – no quería decirle nada sobre Curt y yo no lo creía relevante, le mire todavía de reojo, no volvería a sentirme segura hasta que estuviera completamente vestido.
Lucas: —Yo no soy un simple empleado —comenté esbozando una sonrisa canalla—. No me importa unirme a vuestra causa, pero voy por libre, no acepto órdenes de nadie, lo tomáis o lo dejáis—. Sin demorarme ni un segundo más, saqué de la chupa un pitillo junto al mechero y le prendí fuego aspirando una calada profunda.
Analyn: Le mire ya algo mas tranquila – Hombre alguna orden tendrás que recibir.. –Observe como encendía el pitillo- Ami me gusta pensar que lo hacemos por una buena causa..
Lucas: —Te equivocas, seré yo quien elija si decido acatar la propuesta —era algo que tenía muy claro y como tal, se lo estaba haciendo saber. El ser cómo era, ni yo podía cambiarlo. Me quedé mirando sus ojos, con una mueca ladeada curvándose en mis labios que sujetaban el pitillo. Las manos estaban metidas en los bolsillos traseros de mis pantalones.
Analyn: A mi me parece estupendo –le mire de reojo, me había gustado ese chico y sabia que encajaría en la organización – Entonces te vienes conmigo? –sonreí ampliamente.
Lucas: —Claro muñeca —le respondí con travesura. Sonreí ampliamente al tiempo que sacaba mis manos de los bolsillos, me llevaba una a los labios para sostener el cigarro entre los dedos y con la otra, comenzar a coger mis cosas del mostrador.
Analyn: Le mire coger sus cosas, y decidí que debía avisarle – Igual te mareas, la primera vez puede revolver el estomago – le tendí la mano.
Lucas: —¿A qué te refieres? —preguntó enarcando una ceja, sin dudar de la joven, le cogió la mano cuando se colocó chupa, armas y macuto.
Analyn: Ahora veras… - dije con tono juguetón y apreté su mano, use mi poder para movernos através del tiempo y llegamos en unos segundos a la base, mas exactamente a una de las habitaciones vacías donde pudiera instalarse, le solté y le mire riendo.
Lucas: Me sentí de golpe y porrazo transportado, muy aturdido por el cambio tan repentino. Al aparecer en una habitación vacía la cabeza me daba constantes vueltas y tuve que apoyarme de espaldas sobre la pared, cerré los ojos y el vértigo fue peor.
Analyn: Tienes mala cara.. –dije burlona dando vueltas a su alrededor – A que es como si tuvieras resaca? –reí- Es genial!
Lucas: —Joder muñeca… —le dije aún mareado, al abrir los ojos sólo veía su silueta borrosa moviéndose sin parar—. Para ti que estás acostumbrada, parece como si tuviera una noria dentro de mi sesera —dije sacudiendo mi cabeza para quitarme esa vertiginosa sensación.
Analyn: Si para ti es mucho mas fácil ponerte a cuatro patas y rascarte las orejas –bromee mirandole – Venga abre los ojos y fija tu atención en mi y se te pasara enseguida.
Lucas: —Más que esto, seguro —dije queriendo bromear, pese a la sensación de mareo. Procuré fijar mi vista en la joven, aún así me costó recuperar el dominio, que mis piernas no se doblasen y dejar de sentir el vértigo adherido en la boca del estómago. —¿Cómo te llamas muñeca? —le pregunté al darme cuenta de que ni siquiera sabía su nombre.
Analyn: Era de buenas personas ayudar a los demás, agarre su cara entre mis manos para que pudiera fijarse solo en mi y así intentar recuperar un poco la estabilidad – Venga céntrate –bromee.
Lucas: De entrada estaba demasiado cerca, tuve que amoldar mi vista y enfocar sus ojos qu e me miraban fijamente, sosteniendo mi rostro entre sus manos no podía hacer otra cosa que mirarla. Tenía que centrarme sí. —Eres muy bonita —le dije sin más.
Analyn: Muy amable –sonreí- Pero tu eres un perrito muy blandengue ya deberías sentirte bien-le sonreí y me senté sobre la cama.
Lucas: —¿Un perrito? —mi ceja se arqueó y mis labios se curvaron en una sonrisa, sin moverme, permanecí con la espalda pegada a la pared, temía caer desplomado si intentaba dar un paso hacia delante. Quizá tuviese que ver mi condición para que el mareo persistiera, apaciguándose progresivamente—. No te preocupes sí ya se me está pasando.
Analyn: Si parecías un perrito, grande pero un perrito, le dabas a la cola y agachabas la cabeza para que te rascara la oreja – se lo conté como si no fuera el mismo el que lo había vivido- Eras muy mono así… -le mire cruzando las piernas.
Lucas: Me empecé a reír suavemente, para ir creciendo en volumen mis risas que se terminaron convirtiendo en risotadas desatadas. Tenía su gracia y su forma de expresarse me resultaba divertida. —Seguro que estás pensando en adoptarme como mascota… —apostillé bromista y al mismo tiempo con picardía.
Analyn: Mi madre tenia un caniche cuando yo era pequeña –mire a techo juguetona- Que siempre intentaba violar a mis muñecas, si prometes no hacerlo, te adoptare…
Lucas: —¿Me comparas con un caniche violador de muñecas? ¿Por quién me tomas muñeca? —pregunté arqueando una ceja, en mi boca se ensanchó la mueca, taimada.— Destrozaría el juguete, muñeca…
Analyn: Si lo se tendré que buscarte algo de tu tamaño –sonreí ante su expresión y me mordí el labio- Que tal una de esas colchonetas hinchables con forma de perrita rosa que usan los niños en la piscina? ¿ Es tu tipo? –reí- Venga vale lo siento ya paro…
Lucas: —También la destrozaría —me reí entre dientes empezando a moverme entonces. Me incorporé de la pared y me acerqué tranquilamente hasta la puerta.—¿Dónde estamos? Muñeca…
Analyn: Esta es nuestra base, nuestra casa – suspire- Aquí vivimos los miembros de pureza, los que queremos… -sonreí y me levante caminando hasta su posición.
Lucas: —Comprendo —comenté viéndola acercándose hasta donde estaba—. Me quedaré un tiempo —añadí con voz baja a la vez que me deshacía del “equipaje” dejé las cosas apoyadas contra la pared al lado de la puerta.
Analyn : Me alegra oírlo –sonreí de manera sincera- Ahora te dejare para que te instales e iré a informar de tu llegada… - le acaricie el pelo por la curiosidad de comprobar si su tacto era como el del lobo.
Lucas: —Muy bien muñeca —le dije esbozando una sonrisa de medio lado, sorprendido al instante después de sentir su tacto sobre mi cabeza rapada al dos, no me esperaba su gesto, acto seguido cerré los ojos durante unos segundos más de la cuenta.
Analyn: Se bueno… -le saque la lengua y abandone el cuarto rumbo a las oficinas.